Dictadura de Primo de Rivera. Primeros objetivos y primeros logros: la pacificación de Marruecos

La regeneración nacional para el dictador tenía tres vértices claros en el interior: el caciquismo, el nacionalismo y el orden público; y un propósito fundamental en el exterior: la pacificación marroquí. Para llevar a cabo lo anterior fue constituido un Directorio Militar formado por ocho generales y un almirante, todos elegidos en base al criterio de Primo, que se reservó el poder ejecutivo y el control total en la toma de decisiones. Se gobernaba por decretos. Para acabar con el caciquismo se suprimieron ayuntamientos y diputaciones, se cesaron a antiguos funcionarios civiles y se hizo una labor de limpieza administrativa, si bien nada de esto fue efectivo porque las viejas redes clientelares subsistieron adaptándose a las nuevas circunstancias. El nuevo Estatuto Municipal de 1924 que debía dar protagonismo a la administración local no cumplió su cometido. En realidad, el programa regeneracionista destinado a desmantelar el caciquismo encubría una progresiva sustitución del poder civil por el control militar, para lo cual se crearon unos Delegados Gubernativos llamados a controlar los Ayuntamientos. En referencia al nacionalismo, tanto la lengua como la bandera catalanas se prohibieron y, además, el Estatuto Provincial cuya promulgación tuvo lugar en 1925 nunca gozó de aplicación. La restauración del orden público se logró gracias a la contundente actuación de Severiano Martínez Anido, Subsecretario de Gobernación, y Miguel Arlegui, Director General de Orden Público, pero también a causa de la descomposición interna de la CNT y la quiebra del Partido Comunista. Además, se implantó la censura de prensa y la jurisdicción castrense se ocupó de los delitos contra la seguridad y la unidad de la patria, al tiempo que se prohibían las manifestaciones separatistas (el PNV quedó fuera de la ley y en Cataluña Estat Catala y Acción Catalana pasaron a la clandestinidad). El Somatén era una institución tradicional catalana que funcionó contra el pistolerismo en Cataluña. Un Real Decreto de 17 de septiembre extendió su quehacer a toda España y al año siguiente había 100000 ciudadanos encuadrados en él, aunque sobre 1928 inició su declive y nunca significó una fuerza que contribuyera a la estabilidad de la Dictadura. Un gran éxito de Primo fue la pacificación de Marruecos en colaboración con los franceses. Y es que, envalentonado por el repliegue español, Abd-el-Krim atacó a Francia llegando hasta cercanías de Fez, lo que desembocó en la coalición entre Primo de Rivera y el mariscal Petain: si el primero quería que la colaboración no fuera más allá de la operación/desembarco de Alhucemas, el segundo era partidario de extender la ocupación al interior (opción que al final se acabó imponiendo, entre otras cosas, por el pragmatismo de Primo de Rivera). El éxito del desembarco de Alhucemas, en el que tuvo el General Franco un papel protagónico, se debió a la planificación, equipamiento y habilidad para engañar al adversario sobre la zona donde finalmente se produciría la operación. El caudillo rifeño pagó su osadía militar y fue enviado al destierro. Es verdad que se consolidó la zona y se logró la paz en un territorio hostil, pero, si bien terminó la sangría de hombres, continuó la sangría económica en tanto Marruecos siguió costando mucho dinero al erario público español.

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