El apogeo de la Monarquía Feudal Francesa

La Monarquía francesa asciende mientras Papado e Imperio pugnan por el "Dominium Mundi". Primeramente, llegó el dominio de la mayor parte del reino gracias a Felipe II Augusto (1180-1223). Fue por mor de la Batalla de Bouvines (1214) que este monarca pudo desmantelar el Imperio Angevino, por el cual el Monarca inglés acumulaba una serie de señoríos al norte y al oeste de Francia. A partir de dicha batalla solo quedó al Monarca inglés el Ducado de Aquitania, eso sí, sometido a vasallaje. Después, llegó el control del sur del reino con la excusa de la represión de la herejía catara o albigense, espoleada por el Papa Inocencio III en forma de cruzada. La nobleza del norte participó en esta operación contra los albigenses, en lo que supuso el dominio meridional del reino por la aristocracia del Norte. Fue ya el sucesor de Felipe II, Luis VIII (1223-1226), quien recuperó control directo del Sur del reino. Gracias a Luis IX, ya a mediados de siglo, alcanzó la monarquía francesa su apogeo. En el interior San Luis llevó a cabo una política muy centralizadora (dentro de los esquemas de una Monarquía Feudal) que supusieron la institucionalización, organización y consolidación de las conquistas territoriales de sus antecesores. En el exterior va a mantener relaciones amistosas con sus vecinos mediante tratados que validarán las conquistas anteriores. En 1258 firma con Jaime I de Aragón el Tratado de Corbeil, mediante el cual el rey de Francia renuncia a los posibles derechos que pudiera tener sobre Cataluña como sucesor de los monarcas carolingios a cambio de que el rey de Aragón renuncie a sus derechos sobre los territorios del sur de Francia. En 1259 firmó con Eduardo III de Inglaterra el Tratado de París, por mor del cual el monarca inglés reconoció las conquistas de Felipe II Augusto en detrimento de Inglaterra a cambio de que San Luis reconociera la posesión inglesa del Ducado de Aquitania. Además, Luis IX va a usar la idea de cruzada para cohesionar el reino de manera definitiva en torno a su persona, gracias al prestigio que le van a otorgar tanto en el interior como en el exterior.