Auschwitz y Avram Grant

No es que no haya habido otros campos de concentración nazis o de otros colores políticos a lo largo de la historia, pero Auschwitz quedó como símbolo de algo sin explicación humana ni divina. Por eso ese nombre maldito acaba siendo siempre relacionado con Dios y con la religión. La tentación es fácil. En ella ha caído también el actual Papa Benedicto XVI (que al visitar hace algún tiempo Auschwitz sintió, como alemán, más, si cabe, el peso de aquel lugar de muerte). Dijo Ratzinger que allí "sobraban las palabras" incluidas, las escritas a la entrada del campo, en alemán: "El trabajo ennoblece al hombre". No ennoblecía a los que allí trabajaban y dejaban la vida forzados, sino que les embrutecía y humillaba. Como afirmó Karem Armstrong, unos de los más sui géneris y lúcidos teólogos modernos, "todas las teologías han fracasado en Auschwitz". Es cierto: todas.

Pocas personas en el mundo del fútbol están tan dañadas por el Holocausto, por Auschwitz, como el entrenador subcampeón de Europa: el israelí del Chelsea Avram Grant. En el campo de concentración nazi en Polonia fueron sacrificados miles de judíos, entre los que estuvieron los abuelos paternos y tías del preparador de los 'blues'. Para mí la jugada de esta Champions no fue una filigrana de C. Ronaldo ni el resbalón de Terry, sino ver a Grant arrodillado y mirando al cielo, preso de la emoción, dedicando a sus parientes fallecidos en aquel lugar de crueles e inolvidables sinsabores la clasifiación para la final del máximo torneo continental. Un admirador de José Mourinho, yo, afirma lo siguiente: Avram Grant debe seguir al mando del Chelsea porque se lo ha ganado, porque ha demostrado su valía. Su continuidad, a corto plazo, puede parecer un paso hacia atrás pero, a la larga, serán dos hacia adelante. ¿No opinábamos que Lampard y Ballack no podían jugar juntos? Pues el israelí nos ha quitado la razón a muchos, entre los que me incluyo.