Aporemas

No tengo nada en contra de Robinho por haber forzado su salida del club. Son estos mismos, me refiero a los clubes, los que cuando les conviene, por obra y gracia de su antojo, cosifican a los futbolistas (los desnaturalizan, los industrializan). Aunque sí expongo sin rubor que Robson, marchándose a un 2ª fila como el Manchester City, demuestra una ambición en un estado de debilidad y abandono difícil de corregir. Pero claro, pasar de canjeable en la operación de Cristiano Ronaldo a imprescindible, es algo complicado de asumir (y de creer).

"En el R. Madrid no podré ser el mejor del mundo"; esta frase se convirtió, al ser escuchada, en pocos segundos, en mensaje clave de reflexión colectiva. Decir esto y marcharse a un club mediocre, proclamar urbi et orbe que a él y a su divina juventud lo mismo les da pasar un año en la grada al considerar que les quedan aún muchos años de fútbol, y tener al mismo tiempo esa desesperación por firmar el contrato de su vida, no son sino aporemas en un discurso risible. En este deporte la mística se ha visto socavada por los guarismos, pero todos coincideremos en algo: los focos de la notoriedad, pese a los petrodólares, no se postrarán sobre el Manchester City a corto ni medio plazo.

El Cristianismo y sus efectos colaterales no han podido ser más devastadores. El responsable viste y calza: Ramón se llama y Calderón se apellida. Los periodistas, dijeron que el portugués vendría sí o sí, tampoco deben irse de rositas. En este frustrado fichaje, institución y prensa, quizá por ósmosis, hicieron seguidismo la una de la otra. Después de este verano de descoco, al Presidente no le quedará ni el ego te absolvo de La Cibeles porque tantas negativas son ya un torpedo insoslayable directo a su excelsitud. La plantilla ha quedado demasiado debilitada.