Ferguson no supo leer la final


El Manchester United soñó durante los primeros diez minutos, pero tras ellos el contenido del sueño se difuminó en su mente, principalmente, porque Alex Ferguson no lupo leer la final. Su lectura de la misma fue nefasta en el fondo y en la forma, pues hizo gala de una desorientación total. El once inicial que puso en liza ya desembocaba, a primera vista, en un decorado con dudas: ¿podrían Giggs y Valencia participar en las basculaciones colectivas de rigor? ¿Quién frenaría a Alves si el coreano Park Ji-Sung tendría que achicar agua por el centro?, el desarrollo del partido nos dio las respuestas.

Aun cuando quiso repetir el inicio arrollador del Real Madrid en la final de Copa, su apuesta estaba condenada al fracaso porque cuando el Barcelona traspasara su primera línea de presión, algo inevitable, tendría el camino expedito para encarar a Van der Sar, con el potencial desastre que ello conllevaba. Tampoco jugaban a su favor, si quería imitar lo que hizo su colega Mouriño en Mestalla, las características de unos zagueros (los suyos) muy buenos pero reacios a fijar la línea defensiva a la altura que lo hicieron Ramos y Carvalho durante aquella final copera.

Sin una brújula en el mediocampo que diera criterio al juego, sin unos mamuts de metal aptos para acoquinar a Messi en la antedicha zona del campo (Mou sí se proveyó de ellos para el play-off y se vio que era la única manera de frenarle), y sin unos defensas bizarros que se atrevieran a alejarse de su portero, el pelotazo era el único y deseperado recurso frente a la distancia entre líneas y el alud de embates azulgranas. Y cuando no hicieron uso de ese pelotazo, le regalaron a Villa la pelota del 3-1. La pregunta que flota en el aire es cómo pretendía ganar Ferguson con esa disposición al mejor equipo del momento.

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Foto: REUTERS

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