Los jugadores del Levante van a hacer su agosto


Cuando la Liga da sus últimos coletazos, todo el cansancio emocional acumulado durante la misma se derrumba sobre los equipos que no han asentado sus objetivos de permancer en 1ª. Los jugadores que militan en esos equipos se siente compugidos y como abrumados por un recién estrenado nerviosismo. Y más incluso que ese nerviosismo, para el que suelen estar prevenidos a causa del presupuesto y las aspiraciones de los clubes a que pertenecen, los abrume la responsabilidad que deben asumir en ese tramo del torneo.

Hay varios equipos que se encuentran en esta situación; equipos cuyo pulso exangüe todavía se resiste a claudicar. El drama en cuestión tiene para el Zaragoza una significación más precisa y mortificadora que para el resto de conjuntos, si bien depende de sí mismo. Deportivo, Getafe, Osasuna, Real Sociedad y Mallorca pagarían al Levante, próximo rival de los de Aguirre, con tal de que el aguijón del descenso no viniese a enviscarlos. Que lo primarían, quiero decir, porque una victoria granota procuraría la permanencia a todos.

Los principales estamentos de nuestro fútbol se acomodan en la típica maraña de sobreentendidos cuando llegan estas fechas y aparecen las primas a terceros. Y no deberían acomodarse, sino legalizarlas y desenmarañar el intríngulis, pues se trata de una propina por hacer bien un trabajo, algo que no adultera la competición. Otra cosa muy distinta sería cobrar por hacerlo mal y, como consecuencia, dejarse ganar. Entretanto, los jugadores del Levante van a hacer su agosto.

En el fondo, las primas a terceros son como las propinas que reciben los camareros. La propina debe ser un medio con el que felicitar al trabajador que ha hecho bien su trabajo, nunca un derecho al que cualquiera, trabaje bien o mal, pueda considerarse acreedor.

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Foto: REAL MADRID

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