El desafío de Del Bosque


Durante la reciente plétora de Clásicos el viento de la polémica sopló con tanta fuerza que la polvareda levantada no permitió ver más allá de un par pasos. El vendabal fue de tal calibre que puso a prueba la flexibilidad de todo el fúbol español, por mor de aquella recua de fricciones que hizo que los futbolistas no pudieran contener la cólera, y es la razón por que los debates televisivos y radiofónicos llevan días fijándose en la supuesta frialdad entre los internacionales blancos y azulgranas durante su reencuentro en la Selección.

Si bien en un principio no di importancia a estas teorías, lo cierto es que Del Bosque debe tener cuidado. Sin ir más lejos tenemos el ejemplo de la Francia del Mundial sudafricano, que demostró que las desavenencias en un vestuario son fatales. Aquel fue un proceso de dejación irresponsable mezclado con un alto grado de permisividad y complacencia que por elevación afectó directamente a la cabeza, en este caso de la Federación Francesa.

La obligación de todo entrenador es luchar por la armonía de su vestuario. Y actuar con determinación en las situaciones que requieran un taconazo que retumbe en todo el edificio. Del Bosque, más que un hombre de taconazos e invectivas, es un hombre de mano izquierda que cree que al futbolista hay que convencerle con argumentos sólidos para que dé lo mejor de sí, también en el apartado disciplinario. Tiene ante sí un desafío.

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Foto: REUTERS

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