Redondo y Gago


El madridismo recuerda a Fernando Redondo como lo que era, la encarnación del compromiso y la competitividad, un titán de la zona ancha cuyos codos dilatados daban prenda de su jerarquía, un esteta de ese esférico que tanto reclamaba imperiosamente, pues nadie como él le tributaba mayores cuidados y atenciones. Verle jugar equivalía a la rendida veneración más contemplativa, la que su juego merecía; se trataba del centrocampista total por mor de sus aptitudes.

A Gago se le llegó a comparar con él, no pocas veces, precisamente. Rara vez fue tan endina y ríspida una comparativa para sus comparados, por disímiles razones. A Gago, desde luego, porque le puso el listón demasiado alto; y a Redondo, porque no merecía ser comparado con cualquiera. El ex de Boca, comprado por Ramón Calderón (costó 20 millones), es hoy un jugador ajado y como resignado a su declive, que ha aceptado su rol en el ostracismo con estolidez futbolística, como quien acata una condena benigna, hundido en el marasmo del descrédito.

Durante su estancia en el R. Madrid, Gago quedó atrapado y señalado en la sima del terremoto acaecido cada cierto tiempo: el día del 2-6, contra el FCB; el día del 4-0, en Anfield, frente al Liverpool; cuando la Roma tomó el Bernabéu, la temp. 07-08, y ganó 1-2; cuando el Alcorcón nos llevó al dédalo más insondable... Dicen que Boca gestiona su retorno. Se ha quedado sin excusas, pues no se puede considerar infortunado a quien no consigue su propóstio (triunfar) pasados cinco años. Ojalá recupere su mejor nivel en la Liga argentina. Pero que nadie vuelva a ofender a Redondo.

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Foto: REAL MADRID

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