Lo que Cazorla representó y representa


En junio de 2008 Ramón Calderón se jactaba de tener atado a Cristiano Ronaldo, y, en virtud de ello, divulgaba su hazaña a todos los vientos en cenáculos y redacciones de periódico. Aquel zascandil actuaba con la premura de acaparar el prestigio personal que los fiascos de Kaká y de Cesc Fábregas habían enlodado, un par de canículas antes. Pasó la Eurocopa de Austria y Suiza, después transcurrió cabal el mes de julio, y el palentino lenguaraz seguía celebrando y recitando con espíritu festivo una cantinela que cada día sonaba más desafinada, porque las dudas y la planificación cundían inexorablemente.

El verano de marras lo recordamos atormentados por un martirio inconmensurable; un rictus amargo nos convirtió la boca en una línea apretada por la indignación; el club permaneció zaherido por toneladas de rumores contradictorios desde fines de mayo hasta minutos antes del cierre del mercado, cuando la transferencia de Robinho al Manchester City se supo concretada. Era el fin de una pesadilla colectiva. Porque Cristiano Ronaldo, acusado in illo tempore de jugar a dos hitos, no vino; y siendo eso malo, no fue lo peor.

Ferguson conseguía conservarlo una temporada más. Y tal cosa, conservaba a su vez las llamas al derredor de Ramón Calderón. Peor aún: las agrandaba. Su ya de por sí depauperado predicamento decaía, y las prisas de la afición por completar la plantilla se amontonaban, razonablemente. Tocaba trabajar en lo que no se había hecho durante todo el verano, con la Supercopa de España recién ganada (http://laquintadelbuitre.blogspot.com/2008/08/desde-el-bernabu-el-nima-mundi-y-la.html) y el comienzo de la Liga ante nuestras narices, en un plan alternativo. Asturiano, para más señas: Villa y Cazorla.

Lo del delantero se percibía crudo, más si cabía con Mijatovic, sí, no es broma: con Mijatovic (otra 'genial idea' del por entonces mandamás, la de sentar al balcánico frente a los ches), como encargado del club en la mesa de negociación, y se evaporó en nebulosos reproches de ida y vuelta. Empero, el mazazo se hizo sentir con toda su crueza en la negativa de Cazorla. Porque, de acuerdo con un esquema que se repetía desde siempre, creíamos que cualquier futbolista jovencito y español soñaba con la idea de jugar en el R. Madrid desde los inmemoriales días de su primera infancia. Aquello fue muy doloroso: en una búsqueda desesperada, inherente al nuevo fracaso de Calderón, de alternativas fiables, un coloso de 400 millones de euros de presupuesto se sentía impotente ante la negativa de un chavalín con todo por ganar. Un chavalín que, contra todo pronóstico, se sentía más seducido por su continuidad en El Madrigal que por una mudanza al Bernabéu.

Cazorla representó la decadencia de Calderón, quien se dejó el 75% del sillón presidencial en el desgaste tórrido de ese verano, pero hoy representa otra cosa bien disímil: el salto de calidad que da el Málaga. El pequeño jugador es el primer elemento 'top' que merca Abdullah Al-Thani. Porque se trata del único futbolista comprado por él que sería titular en el Madrid y en el Barcelona (algo no alcanzable para Van Nistelrooy, Baptista, Demichelis, Joaquín...). Sigo pensando que las prales. adquisiciones del jeque malaguista continúan estimadas muy por encima de su valor real. Pero Cazorla sí significa un talentudo salto cualitativo. Fuera de los dos grandes, en nuestra Liga, quedan pocas cosas que puedan enriquecerlos. Una, Cazorla; otras, Llorente, Rossi y Nilmar; Mata y Javi Martínez, of course; y, ¿Jesús Navas?, también. Y 'sanseacabó'.

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Foto: AS

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