Messi, de momento, está defraudando en la Copa América


Messi tiene una cuenta pendiente con su Selección. Él lo sabe. Y sabe, igualmente, que esa cuenta pendiente le coloca en un límite impreciso entre la criatura humana y el ser mitológico, el ser que parece destinado a ser, dada su trayectoria con el Barcelona. Los sistemáticos Balones de Oro que ha logrado merecidamente no le enseñaron, hasta el momento, a inmunizarse contra las picadas de la ansiedad, cuando vestía la albiceleste. Esa ansiedad embota sus prodigiosas facultades, y le deja a merced de unos rivales que han aprendido a anticipar el itinerario de sus diabluras, dejándolo extenuado en un errático quiero y no puedo.

Argentina se la jugaba frente a Costa Rica y Messi no se llamó a andana. La Pulga, esta vez sí, tuvo con la elástica de su país una de esas actuaciones que pueden ayudarle a entrar en el reducido y estrecho mundo de los elegidos. Aunque no marcó, dio dos asistencias de gol, estuvo muy participativo y abrió la puerta al triunfo de los suyos. Nos enseñó un inteligente recital de fútbol asociativo.

Ahora habrá que ver si continúa lo de ayer o si, por el contrario, el corazón vuelve a batirle como un tambor africano de impaciencia y ansiedad. No es descartable que volvamos a oír que se consuma un fracaso suyo en aquellos predios, con la impasible mirada de quien ya ha oído antes el cuento. Por el momento, podemos decir que, globalmente, está defraudando en la Copa América.

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Foto: REUTERS

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