Un año después, continúa nuestra primacía


Argentina y Brasil no podrán esconderse lejos del comentario de la gente observadora, que no dejará de reparar en el fracaso de ambas en la Copa América. La anfitriona, lleva tiempo sin descollar, por mucho que cuente con el supuesto nuevo Profeta (Leo Messi) y con un lujoso ramillete de acompañantes para éste (Higuaín, Agüero, Tévez, Mascherano, Pastore, Di María...). La albiceleste se marcha de 'su' torneo acompañada de una sensación que colige que el fatalismo la tomó del brazo y la introdujo a viva fuerza en sus dominios. Los argentinos ya no poseen el oficio y el empaque de antaño, cuando eran capaces de superar rondas, si la situación así lo requería, a fuerza de Dios y de las gentes. Es Argentina, hoy, en resumen, un equipo perdedor.

El brasileño de a pie, que tras la derrota frente a Holanda del pasado Mundial seguía echando por la boca chispas de rabia, no tuvo otro remedio que rumiar su disgusto ante la nueva trastada de los suyos (que da alipori :¡¡¡erraron 4 penales!!!). Paraguay no es poca cosa, cierto, siempre te asfixia y no te deja huecos para crear nada; para un grande, cuando el árbitro señala el inicio del partido contra los guaraníes, puede ser el comienzo de un vertiginoso calvario que no esperaba (ya lo sufrió España: http://laquintadelbuitre.blogspot.com/2010/07/la-gran-generacion.html). Pero de la canariña siempre se espera un chispazo de talento, en una inspiración del momento, de alguno de sus virtuosos, para ponerlo al servicio de su causa.

Las sensaciones que se desprenden de esta Copa América no hacen peligrar nuestro dominio absoluto en el escaparate internacional. Un año después de la conquista del Mundial, podemos blasonar de seguir siendo el mejor equipo del Mundo, visto lo visto. En Europa, solamente Alemania y Portugal han de ser temidas, respetadas más bien, con vistas a la Euro de Polonia y Ucrania, ya que Italia y Francia continúan su reconstrucción. Y en América, toca loar a esa Uruguay trufada de conscriptos, que rebosa orgullo por los cuatro costados, pero que todavía está lejos de nuestro nivel. Nadie, ni en lo más profundo de sus pensamientos, puede acariciar el razonamiento que reste tamaño a nuestra actual primacía.

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Foto: REUTERS

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