Uruguay, el mejor competidor de América


El gen ganador charrúa llevaba algún tiempo agazapado (desde 1995); el gen que consigue que un país con algo más de 3 millones de habitantes esté inflamado por la más incontrolable pasión por el fútbol. Sólo algunos ancianos contrahechos pueden recordar las mayores gestas celestes, sus 2 Mundiales, pero las nuevas generaciones sabemos de la indudable solera de este combinado. Combinado que, desde ayer, es nuevo rey de América con 15 títulos (el de ayer es el cuarto que yo le veo. El primero sin Francescoli, quien guio a su selección en los tres anteriores).

Contra Paraguay, Óscar Tabárez, lo tuvo claro: dificultó la creación de juego a un equipo que, per se, sufre en esta tarea. Sus perros de presa secaron el único charco potable que tiene Martino en la zona de creación, Ortigonza, y el resultado fue una pérdida de balón (guaraní) tras otra. Tras una de tantas, en el caso que nos ocupa de Ortigonza ante Arévalo, Diego Forlán sintió una oleada de alivio después de estampar en las mallas de Justo Villar la asistencia de su esmerado compañero. El tanto supuso el fin de una prolongada incomodidad para el gran delantero del Atleti, quien por fin inaguraba su casillero goleador en el torneo (casi al final del partido metió el segundo de su cuenta). Antes, la salida en tromba de los charrúas había desembocado en el 1-0, obra de Luis Suárez (sin duda uno de los hombres clave de la competición por sus capitales dianas).

Uruguay no practica un juego barroco: es un equipo muy emotivo y solidario que juega animado por un fuego interior que no le da tregua; un equipo en el que se contagian unos a otros con la pasión de la camiseta; un equipo que explota sus virtudes al tiempo que minimiza las del oponente. Tabárez, a lo largo y ancho del torneo, supo ver siempre lo que precisaba si quería competir bien. Verbigracia: para la final entendió que no necesitaba a Forlán tan retrasado, y adelantó su posición, dadas las distancias entre líneas de unos paraguayos incapaces de proponer algo creativo y cuya defensa era un paraíso de ineptos. Si analizamos el grupo que ha formado el ex del Oviedo, nos queda la sensación de encontrarnos ante un justo campeón de América: el más capacitado para competir en cualquier situación adversa, como se vio frente a Argentina.

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Foto: REUTERS

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