Ahora toca esperar

Teníamos que ganar. O a priori, tal cosa parecía. Y francamente, tras ver los primeros treinta minutos, la empresa no sólo parecía agible sino bastante más. Pero, no bien el Clásico del Camp Nou terminó, me quedaron dos sensaciones. Primera: el principio y el desarrollo del primer período fueron extraordinarios y el desenlace final amenazó con ser horrísono, y no lo fue por poco (Montoya lo tuvo muy cerca y Pedro algo más lejos, pero cerca en cualquier caso); segunda: Mouriño no vio en el mantenimiento de la lejanía respecto al Barcelona un mal mayor, sino algo aún con arreglo. El tiempo dirá. Nadie duda de la gran primera parte del equipo, la cual nos indujo a pensar en un triunfo cargado de autoridad, tras el gol de Cristiano Ronaldo. Después Benzema mandó al palo el típico balón que, en caso de entrar, finiquita el partido. Pero ya antes del 0-1 el propio Benzema y Sergio Ramos pudieron ponernos en franquía. El plan del primer tiempo valía para ganar. El plan del segundo, no. El Barcelona supo venirse arriba tras el gol de Messi en una jugada aislada. A partir del empate, el mérito del Barcelona estribó en conseguir que el Real Madrid se preocupara de él. En el segundo tiempo sí tuvieron los de Vilanova la profundidad de que carecieron en los primeros cuarenta y cinco minutos. En ese contexto nos faltó dar un paso al frente. Pero no se ha de criticar al equipo por empatar a dos en el Camp Nou. Perderían hechura las críticas, las cuales no se sostendrían porque un Clásico en el Camp Nou siempre es un partido de dificultades extremas. El mal inicio liguero nos hizo llegar muy urgidos. Perder habría sido definitivo y empatar no lo parece tanto. Ahora toca esperar.