0-5

El Real Madrid acaba de conseguir su primera victoria convincente fuera de casa; y lo cierto es que ya tocaba. El rendimiento que el equipo exhibió en el Ciudad de Valencia o en Vallecas nos dejó tremendamente descorazonados, pese a que finalmente conseguimos los tres puntos en ambos casos. La capacidad contrastiva indica que este año estamos algo mejor que el año pasado a estas alturas de temporada; sin embargo, sigo considerando al Real Madrid actual un conjunto extraño, capaz de lo mejor y de lo peor, pues si bien está claro que sus posibilidades son innúmeras dado su potencial futbolístico, no han de omitirse las lagunas de concentración que le asaltan en cuasi todos los encuentros. Deberíamos argüir que las transformaciones acaecidas en verano (Isco, Bale, Ancelotti, Illarra, Jesé, Morata, etc.) precisan de tiempo para germinar; se trata el anterior un razonar lógico, y además justo, ya que un club tan absorbente raramente consiente aclimataciones rápidas. El problema radica en la falta de tiempo, puesto que el Barcelona ya nos aventaja en seis puntos. Entretanto Barcelona y Atlético de Madrid se enfrentan y propician un recorte en la ventaja que nos llevan, goleadas como la de hoy en Almería vienen a los nuestros la mar de bien. Isco regresó al once inicial con buen pie, volvió a marcar un gol y desempeñó la laudable labor que de él los madridistas esperamos; Cristiano (parece que sus molestias no obedecen a algo excesivamente delicado, ojalá), Benzema y Bale siguen desequilibrantes frente a la portería rival; y por fin el destino nos permitió volver a disfrutar del gran Casemiro (es una debilidad personal, lo reconozco), quien en los pocos minutos de que dispuso mostró lo mismo que en pretemporada: cuajo y categoría para formar parte del proyecto con un papel protagónico. Ahora, a ganar al Galatasaray.