La idea de museo a través de la museología y la museografía

En el principio fue el deseo y la voluntad de todos los pueblos en todas las culturas y civilizaciones por conservar hacia el futuro su patrimonio. Inmediatamente después fue la museografía, antes incluso que el museo propiamente dicho, ergo, el museo está precedido por la realidad patrimonial y museable. Así lo confirma el primer tratado conocido, la museographia (1727) de C. F. Neickel, obra expresiva del afán clasificador y enciclopedista de la Ilustración. En ella se obsequia a los amantes del coleccionismo con un diseño del museo ideal que preconiza el cientifismo y didactismo públicos de su tiempo, además de ofrecer una serie de consejos muy prácticos sobre la elección de los lugares más adecuados para acoger los objetos y la manera de clasificarlos y conservarlos, tanto los provenientes de la naturaleza como los producidos por las ciencias y las artes. Estamos en el siglo XVIII, pero con la llegada del XIX y la Revolución Francesa la concepción de museo va sufrir una gran variación, en tanto la museographia neickelana contempla la colección semiprivada abierta a un flujo muy limitado de visitantes, mientras que el siglo XIX ve la expropiación de bienes a la Corona y al Clero, lo que lleva aparejado su exposición en museos públicos. Sin embargo, si hemos de establecer un origen y una evolución de la idea de museo tenemos que acudir a la civilización griega. Para empezar, a la raíz etimológica de la palabra: museo proviene del latín museun, y éste a su vez del griego museion, es decir: “lugar de contemplación” o “casa de las musas”. Pero asimismo en la Grecia (sobre todo a partir del helenismo) se da la génesis y el desarrollo de una institución que fundamenta sus principios y testimonia con su realidad la propia evolución cultural de la humanidad. Es la civilización griega la que con su afán por reunir y conservar en los templos y otros edificios variados productos de la creación humana, especialmente objetos artísticos y otros de valor y significación diversa, sienta las bases disciplinarias que consolidarán y exportarán la realidad del museo veintitrés siglos después. Ya en 1947 el ICOM define museo de la siguiente manera en su VII Asamblea: Título II. Definición de museo Artículo 3: El ICOM reconoce como museo a toda institución permanente, que conserva y expone colecciones de objetos de carácter cultural o científico, para fines de estudio, educación y deleite. Artículo 4: Entran en esta definición: las salas de exposición que con carácter permanente mantienen las bibliotecas públicas y las colecciones de archivos; los monumentos históricos, sus partes o dependencias, tales como los tesoros de las catedrales, lugares históricos, arqueológicos o naturales, si están abiertos oficialmente al público; jardines botánicos y zoológicos, acuarios, viveros y otras instituciones que muestran ejemplares vivos; parques naturales. En 1987, en la Asamblea de 1983, el ICOM añadió a lo anterior los Centros científicos y planetarios.Cuando se considera el origen histórico de la museografía y de la museología aparecen intrincadas las relaciones de ambas en su génesis inicial. Y esto es porque, aunque la actividad museológica/museográfica pueda retrotraerse a los remotos principios de los museos, la diferenciación propiamente dicha comienza con el desarrollo del museo moderno. Al deshacerse los antiguos coleccionismos aristocráticos a favor de los museos de carácter social, la consecuencia más inmediata fue el acrecentamiento de estas instituciones y la multiplicación de los problemas técnicos (almacenamiento, conservación, instalación, exhibición, circulación de visitantes, iluminación de las salas, ventilación, seguridad) que de ellos devienen. Así nació, por necesidad, la museografía, que terminó ampliándose y reafirmándose en la ciencia de la museología. De ahí, su intensa y complementaria hermandad. Hay expertos que piensan que el término museología es de adopción anglosajona (museology), y que vino a sustituir a la antigua y neickeliana museografía, pero lo cierto es que ambos vocablos expresan etimológica, técnica y funcionalmente conceptos diferenciables y complementarios. Hasta la posguerra mundial el término que venía empleándose desde el siglo XVIII para denominar la naciente ciencia de los museos era (por influencia francesa) el de museografía. Después de 1945, por unificación de criterios y, especialmente, por ajuste riguroso a las conclusiones y conceptualización de la disciplina por los grupos de trabajo, se impuso el de museología, coincidiendo con el usado por los anglosajones. Antes de 1945 la palabra museología no aparecía en enciclopedias especializadas, pero su consolidación como ciencia (en sus tímidas apariciones enciclopédicas después de la Segunda Guerra Mundial se la catalogaba como “especialidad”) obligó al ICOM a la redacción de sendas definiciones. Este organismo publicó en 1970 (en inglés y en francés) lo que sigue: “Museología es la ciencia del museo; estudia la historia y la razón de ser de los museos, su función en la sociedad, sus peculiaridades sistemas de investigación, educación y organización, relación que guarda con el medio ambiente físico y clasificación de los diferentes tipos de museos”. “Museografía es la técnica que expresa los conocimientos museológicos en el museo. Trata especialmente sobre la arquitectura y ordenamiento de las instalaciones científicas de los museos”. Es decir, la museografía trata de diversos aspectos, desde el planteamiento arquitectónico de los edificios a los aspectos administrativos, pasando por la instalación climática y eléctrica, de las colecciones. Las actividades propias de la museografía son de carácter evidentemente técnico, afectando sobre el continente de los museos; y al contenido desde el punto de vista más literalmente físico y material.

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