La victoria de Stalin sobre Trotski en política exterior

En la XIV Conferencia del partido, en 1925, Stalin supo imponer su tesis, "el socialismo en un solo país", sobre la de su nemesis, Trotsky, quien abogaba (y abogaba desde 20 años antes a esta conferencia) por un modus operandi presidido por el concepto de "revolución permanente", a partir del cual, el proceso revolucionario emergido en Rusia haría de correa transmisora y desencadenante de otros procesos revolucionarios en el occidente capitalista. Analizando el contexto geopolítico del momento que nos ocupa, parece lógico el triunfo de la tesis staliniana: primero, porque si por algo se destacó la cúpula bolchevique de aquellos días, en aras de la supervivencia del nuevo Estado, fue por el pragmatismo: de ahí las actitudes exhibidas por Lenin, incapaz de no plegarse a las exigencias alemanas en Brest-Litovsk pero, además, impulsor de la NEP (modelo económico de transición que desdecía la ortodoxia comunista); y segundo (que, en esencia, va de la mano de lo primero), porque la pujanza de las fuerzas revolucionarias que operaban en el occidente capitalista dejaba mucho que desear e invitaba, por ende, a pocas aventuras exteriores. A partir de los dos puntos subrayados, a los que hemos de unir la querencia de Stalin por un modelo económico más que nada autárquico (que chocaba de manera frontal con la idea Trotsky o Preobrayenski, defensores del aporte de recursos materiales aportados por otras economías socialistas), se dio el siguiente razonamiento triunfante: la revolución de octubre cual logro específicamente ruso; logró sublime de un solo país por cuya realización el proletariado ruso ofrecía encomiable ejemplo al proletariado mundial.

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