La culpa la tiene Drenthe

El partido de ayer en Zorrilla tenía ingredientes de peso: había que tomarlo en consideración pues venía precedido de varios cónclaves. Gabinetes de crisis en donde, al parecer, entre otras cosas, jugadores y entrenador se dijeron las verdades a la cara. Y, digo yo, que si se dijeron las verdades a la cara, es porque antes se las ocultaron. Y, digo yo, que si antes se las ocultaron, es porque no son buenos profesionales. Y, digo yo, que si no son buenos profesionales, no debieron implorar al club que no rompiera el equipo. Y, digo yo, que la culpa la tienen quienes no rompieron el equipo y se entregaron en cuerpo y alma a profesionales que nos vendieron una unión que no existía.

Pero vamos, que estas historias, las de los cónclaves digo, siempre acaban de la misma forma: si el equipo hubiese ganado ayer en Valladolid, hubiese sido gracias a la ciaboga del núcleo duro y nacional del vestuario: Raúl, Guti, Casillas y Salgado. Como pasó en la remontada de Capello, vamos. Pero como colectivamente superamos con creces lo putrefacto, como se culminó otra semana negra, como adolecemos de falta de un centrocampista que levante la cabeza e imponga un mínimo criterio, como se consumó otro fracaso del dúo demodé (Raúl y Guti), como aquí no hace falta que en el mercado de invierno lleguen dos fichajes sino dos Ángeles de la Guarda, como durísimo es constatar que ya no es que no se quiera sino que no se puede, la culpa se la echarán a Drenthe. Como el día de la Juve en el Bernabéu, vamos. Por cierto, qué bueno es Capello. Por cierto, qué malo es Drenthe.