Adiós Liga

El gol de Renato fue el clavo gélido de la muerte. Un dolor presagiado, sí, pero visto con el ansia de los estrangulados sin motivo. Fue barro negreando entre la nieve, el tapir que destroza la seda con su mugido. Adiós Liga. Y para analizar esta amarga despedida se debería huir de tópicos: no caer en la molicie vacua de parafrasear al General Joffre; ya no. Porque el R. Madrid no tiene más patrimonio que su sentimiento. Sin éste, guste o no, el madridismo es inviable. El madridismo hoy está muerto, lo han matado. Florentino con aquella espantada pusilánime, los licenciados en las 'triquiñuelas mil', el esnobismo y los pesebristas son los culpables del desastre. Los hay que rechistan, que reaccionan, que denuncian el crimen, pero menos de los que deberían. Ahora llega el Clásico y en el ambiente flota aquella cola de vaca que Romario hizo a Alkorta. El Barça nos enjaretará un sopapo que, por merecido, bien propinado que estará. El Camp Nou debería iniciar la catarsis necesaria, la que se precisa después de esa Asamblea que fue una guerra civil por culpa de los Ultra Sur.