Pellegrini y el marco ideológico

Supuestamente, la ideología proporciona la teoría y la política describe la práctica. La ideología nos dice cómo piensa el club y la política se encarga de dotar al equipo para la partida. La política analiza las decisiones, las estrategias, las iniciativas, los éxitos y los errores; la ideología, las ideas. En el R. Madrid los palacios de la política y los capitostes del área deportiva deben hablar el mismo idioma, algo que no está sucediendo, pues resulta anormal que entrenadores tan dispares como Ancelotti o Pellegrini sean los candidatos a encabezar el futuro e ilusionante proyecto.

Intocadas a pesar de sus pasados errores, las corrientes valdanistas, sintiendo que su supremacía se aproxima a velocidad de vértigo, han filtrado el nombre del preparador del Villarreal. Si nos detenemos en la puesta en escena del chileno nos encontraremos a un caballero: ni una mueca, ni una palabra más alta de lo debido: todo un señor capaz de encarnar a Buda, capaz de vivir con sosiego entre los desasosegados y con mancedumbre entre los que padecen ira en esta jauría que es el fútbol español.

No se pueden trivializar sus logros en San Lorenzo y River Plate, si bien lo que debemos escudriñar con esmero es su gestión al frente del conjunto amarillo. Se debería tener en cuenta tanto su gusto por el buen fútbol como ese cierto desinterés por la solidez que desprenden los castellonenses, que para mí reciben demasiados goles. Y no precisamente porque Pellegrini no tenga un utillaje (Senna, Eguren, Gonzalo, Fuentes, Godín, Capdevila o Diego López) de categoría para dotar de mayor firmeza a su andamiaje defensivo.