El incomprensible mensaje de Oltra

Una vez vi en el rectángulo de juego a los onces iniciales de Barça y Tenerife, mis pensamientos ya sólo vagaron hacia el banquillo visitante. Me decepcionó José Luis Oltra; no sabía que se trataba de un individuo cuya sensibilidad competitiva hallábase entumecida en un viejo cajón de su cerebro. Y es que no usar a Nino de inicio sino hasta bien entrada la segunda parte, trantándose de su futbolista más decisivo, en el Camp Nou, jugándose la vida, fue un desbarro.

El fútbol es un mundo en el que todo pensamiento debe ser respetado y todas las ideas pueden ser sometidas a discusión: habrá razonamientos que subrayen que Oltra mira por sus intereses, pero quien esto escribe opina que si el interés del Tenerife es salvarse esto sólo se consigue acumulando el mayor número posible de puntos. Con las estrecheces de la zona baja de la tabla, no poner toda la carne en el asador para conseguir siquiera un punto en el Camp Nou, cuando sólo restarán seis por disputar tras esta jornada, es incomprensible.

Alguien argumentará que Nino corría el riesgo de ver la quinta amarilla que le hubiese impedido jugar frente al Almería, para construir una explicación de por qué cayó un manto de miedo sobre la alineación tinerfeña. Pero los isleños con ese derrotismo darán con sus huesos en la 2ª división. Se dirá que los tinerfeños dieron, a pesar de la suplencia de su máximo goleador, una imagen digna. Pero el mensaje que subyacía bajo la alineación de Oltra era claro: el partido frente al líder no era de su Liga. Y quien esto escribe piensa que, cuando queda tan poco, sobran las distinciones.

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